lunes, 2 de febrero de 2015

La lucha / el viaje



LA LUCHA / EL VIAJE

Vi nubes de desencanto en el cielo,
pero las piedras que agonizan allí arriba
nunca resquebrajan la cúpula,
que artificialmente nos protege.
Los ángeles, infelices,
lloran cristales de esparto,
que destrozan los cuerpos
de los escarabajos lunares,
que no levantarán mas sus cabezas
del suelo, lleno de charcos
que inundan nuestra tierra,
forzándonos a emigrar al Universo,
mudando nuestra piel,
convirtiéndonos en corazas,
que bailan música idiotizante
para no pensar jamás,
para no sentir dolor.
Superlativos exiliados:
los años a velocidad de la luz,
no nos perdonarán.
¿Están ustedes dormidos?
Los aprisiona un sueño gris.
El monarca sonámbulo quería
tirar por la borda de un barco
que no consigue volar hacia las estrellas,
un lastre que era yo,
a punto de perder el peso
en el vacío espacial,
a punto de perder el alma
para convertirme en paradoja,
chiste de filósofos y carniceros:
no podemos vender al quilo,
sin gravedad.
Todos nos agarramos,
para no caer, cuando
lo que tenemos debajo es infinito.
¿Y sobre nuestras cabezas?
Puede que haya tormenta.
Todos tenemos miedo a desaparecer,
a la inercia que nos regresa al polvo,
del que nacemos,
provocando una gran rebelión,
la lucha de la vida contra la inercia,
que ahora llena nuestros corazones huecos,
aferrando antorchas como si fuesen soles.






lunes, 5 de enero de 2015

Yo quería ser como Britney

YO QUERÍA SER COMO BRITNEY

Ayer por la noche, aunque podría ser cualquier otra, salí de casa, era sábado, temprano, las siete u ocho de la tarde, un par de cañas y un porro, unas risas con los amigos, ese es el plan. Ya no quiero ser una pop star, me digo, ni parecerme a Britney Spears en sus mejores años. La cocaína ha pasado de moda, y yo he madurado.

Pero no contaba con esa tendencia tan natural en las cañas a sumarse, multiplicarse y exponenciarse de forma autónoma, la cerveza controla de mates y yo no. Ellas te conducen a un chupito, pero uno solo, lo que naturalmente solo desemboca en beber vino, que adquiere automáticamente la cualidad mágica de la cerveza de autorreplicarse, que te lleva de nuevo a fumar marihuana como si no hubiese un mañana, porque los anuncios antidrogas tienen razón y una cosa lleva a la otra y tu solo bebías cerveza y de repente te encantan los psicodélicos.

Las normas están para romperlas, pero sólo una vez. Así que a la mañana siguiente, o dos después, recuperas la autoconcienia en una calle desconocida junto a un tío cuya cara no te resulta nada familiar, has perdido los zapatos y la mitad de la ropa, tienes la cabeza rapada y un tatuaje borroso en el brazo izquierdo que reza, "amor de madre" o "amor de sangre", o algo parecido y cuando eres capaz de interpretar el cuadro abstracto que se refleja en el espejo, te dices ¡no volveré a beber nunca mas! Aunque, visto de otro modo, realmente te pareces a Britney Spears...








martes, 28 de octubre de 2014

Se están comiendo los unicornios

SE ESTÁN COMIENDO LOS UNICORNIOS

No me llamen falta de fe, que yo creo en los unicornios.

Después de esa generación que se llamó la de los mileuristas, que ronda ahora los 30 y se quejaban de que les habían vendido que estudiar garantizaba un futuro laboral deseable: ser médicos, abogados, profesores, publicistas, traductores... Después de ellos, venimos los niños de los 90, una generación hipercualificada (hiperformada, hiperdeformada...) que vivió el auge de Internet a principios de los 2000, y muchos de los cuales hemos estado en un par de países diferentes, al menos de visita, gracias a las becas Erasmus. A nosotros no nos vendieron nada, a mi al menos, no, ya en casa me advirtieron de que estudiar no garantizaba nada, fui consciente del grave aumento del paro en España sobre el año 2001 (tenía 11 años) y la cosa sólo ha empeorado. Desde entonces, nos persigue una constante sensación de estar palpando el fracaso, de ser niños para siempre, porque este país no nos permite crecer y tener un contrato-basura (unicornio), es tener suerte. A los niños nos encantan los unicornios.



La nueva clase social que estamos generando, y a la que ahora quiero pertenecer, porque la alternativa es el desempleo, y es mejor creer que todo se arreglará en un par de años (que no se extinguirán los unicornios) que no creer en nada. La bendición social hacia los contratos-basura nos está estancando en el estado permanente de becarios o estudiantes en prácticas. Después de alcanzar el casi onírico mundo laboral, queda un camino largo a la independencia económica. Los primeros, los becarios, no cobran, se llama “compensación económica” a lo que la empresa quiera, o no, pagarles; los segundos, los aprendices, sí cobran. Según sus sueldos, ambos son generalmente pobres, es decir, por debajo del llamado índice de pobreza; en España, cinco de cada cien personas lo está, pero ni nuestros padres ni el Estado quieren que dejemos de creer en los unicornios.

En los últimos años el uso de la palabra “becario” ha tenido un repunte aterrador, damos por supuesto que tender un puente escuela-empresa es una medida integradora, pero, como suele suceder, se nos pierden detalles en el camino de la teoría (unicornio blanco con purpurina) a la práctica (pony deforme).


La realidad es dura, pero nadie nos quiere a nosotros, becarios y aprendices, recién salidos de la escuela, por debajo de los 25 y con unicornios en la cabeza; hago mala publicidad de mí misma, pero soy honesta. El becario es, utópicamente, un recién titulado, que cambia su tiempo por aprendizaje y experiencia. Pero, regresando a la realidad, lo que suele hacer es ocupar el puesto de un trabajador que la empresa no puede o no quiere costear y por supuesto, lo hace mal. Tener becarios en la plantilla, significa, a nivel legal, dar oportunidades a los jóvenes y recibir por ello bonificaciones del Estado, pero, cuando se cierran las actas del último curso en la Escuela, dejamos de gozar de este privilegio y pasamos a buscar trabajo como aprendices y cobrar por primera vez un sueldo. Mientras nosotros hacemos cola en el paro, la empresa escoge otro estudiante de último curso y sigue recibiendo sus unicornios.

"Se busca joven diseñador gráfico todoterreno, proactivo, con muchas ganas de aprender. Requisitos: enseñanzas artísticas regladas, programas Suite Adobe, 3D, maquetación web, UX, redes sociales, nivel alto de inglés y nociones de caza de unicornios multicolor. Imprescindible convenio con escuela".

En los casos de éxito (unicornios blanquiazules), el becario termina sus prácticas y la empresa desea conservarlo en su plantilla una vez terminado el convenio de estudios, entonces puede, durante un máximo de dos años y un mínimo de séis meses, siempre antes de que hayan pasado cinco desde la finalización de sus estudios, contratarlo como aprendiz, cobrando no menos del 60% del sueldo de otro trabajador que desempeñe un trabajo equivalente. Teniendo en cuenta los salarios mínimos en el 2014 según el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. El Salario Mínimo Interprofesional, es de 645,30€ (brutos) y para Ingenieros y Licenciados de 1.051,50€ (brutos). Dependiendo de la jornada, cualificación y porcentaje que se le decida pagar (tomaremos 60-75% del sueldo equivalente) el suelo de un aprendiz o trainee oscilaría entre 300€ y 900€/mes (netos). Como dato de contraste, en las grandes ciudades, donde hay mas movilidad de puestos de trabajo, alquilar una habitación en un barrio periférico cuesta, difícilmente, menos de 200€ al mes y el precio medio son 300€. Es decir, que trabajamos para ser pobres, pero creemos en los unicornios.

Por último, me retracto del título para decir que no es que se estén comiendo ahora nuestros unicornios, que se los siguen comiendo, sino que llevan comiéndoselos tanto tiempo y con tanta gula (porque están riquísimos), que están en peligro de extinción.

¿Qué van a hacer cuando se acaben? ¿Comerse a los dragones?



jueves, 17 de julio de 2014

Largo Viaje

LAAARGO VIAJE

Cada pocos meses, desde hace mas o menos un año, me veo obligada a hacer un largo viaje en tren, que atraviesa entera la Península Ibérica. Desde Barcelona hasta mi Galicia natal. Por razones relacionadas a mi trabajo y mi poca capacidad adquisitiva, necesito llevar un gran equipaje, que excede en muchos quilos el margen de la mas generosa de las compañías aéreas. En los trenes a nadie le importa nada.

El trayecto entre Barcelona y A Coruña son entre trece y catorce horas, recorrido que hacen dos modalidades de tren: el conocido Tren Hotel, que viaja por la noche, y donde los pasajeros viajan en compartimentos de entre cuatro y séis camas, hacinados como yo me imagino los guetos de los campos de concentración nazis. A la hora de dormir, apagan las luces y los asientos se bajan y se convierten en camas: tienes que acostarte, porque ya no cabes incorporado de ninguna manera en el compartimento. El régimen también es nazi. Si no concilias el sueño, debes yacer acostado, como si esperases la muerte. También tiene algunos vagones con asientos normales, pero el toque de queda se aplica también en el tercer grado. Yo nunca cojo este tren.

El otro tipo de tren es un tren normal, que viaja de día, es mas barato que los trenes con camas y representa uno de los pocos vestigios de la Prehistoria que se conservan intactos hasta nuestros días en la Península. Los íberos, a finales del Neolítico, ya viajaban en Alvia. Algunos investigadores creen que también la Inquisición los utilizaba en el Medievo para acelerar las confesiones. Su origen inmemorial hace que estén protegidos como especie en peligro de extinción, pese a que de vez en cuando, provocan una tragedia.

Corren muchas leyendas sobre el Alvia, hace tiempo unos Peregrinos me dijeron que vieron uno con enchufes, no les creí. Ahora mismo estoy en un tren y una señora con capucha me señala uno en silencio ¡Joder, tiene enchufes!

Nada mas subirme, hago un par de llamadas que llevaba días posponiendo y reflexiono sobre varios asuntos de mi trabajo y de mis estudios que tenía pendientes. Inclus avao avanzo ciertas tareas. ¡Qué bien se aprovecha el tiempo en el tren! Después me como los bocadillos que traía preparados; echo una pequeña cabezada; hago un esbozo para un cómic, pero el tren se mueve demasiado y es imposible mantener el pulso. Me mareo, había olvidado que no puedo fijar la mirada cuando viajo. Así que escucho música; trato de volver a dormir; veo una película en el ordenador y vuelvo a marearme. Trato de volver a dormir, no lo consigo; como chuches y bebo café. Y aun quedan ocho horas. Ahora es cuando realmente estoy sola: me he aburrido y/o comido todo lo que tenía para entretenerme. Solo queda la ancha Castilla.

Pasa el tiempo y soy paciente, observo por la ventana, veo el trigo, creciendo lento y aprendo de el, comprendo que los humanos somos seres frenéticos y desnaturalizados. Que mi vida se basa en destruír otras vidas, que debo prescindir del mundo occidental y me propongo abandonar las ciudades e irme al campo, cultivar la tierra con mis propias manos y vivir con lo mínimo. Sigue pasando el tiempo y ya no sufro, me Ilumino, descubro el Tao, el Camino budista, que se recorre a través de la no-acción, del pacifismo inactivo, que a su vez lleva al no-sufrimiento. He aprendido a vivir en estado de contemplación, ya no necesito bienes materiales, estoy en armonía con el Mundo. Alcanzo el Nirvana, estadio mas alto de la meditación, soy una Bodhisattva, discípula del Gran Buda Amithabha.

Los gritos de un niño con su hermano me arrastran fuera del Nirvana, como si me echasen agua por encima, el mayor le pega al pequeño, discuten por una galleta, la última galleta en el tren y soy el triste testigo de otra escena en la que el ser humano se convierte de nuevo en salvaje ante la mínima desavenencia. El Buda enseña que no se debe intervenir, confiamos en la justicia del Karma, que a cada uno devolverá en la siguiente vida el precio de sus acciones.

Todavía quedan séis horas de viaje. Y medito sobre ello. ¿Es que no estaré ocultando mas que temor tras un muro de falsa espiritualidad? ¿Tenemos los humanos el acceso a alguna verdad del Mundo? ¿O sólo nos arrastramos por la Tierra, intentando comprender misterios insondables sin respuesta? Degradándonos con falsas teorías, ideas e hipótesis, alejándonos del Señor, que sólo nos pide creer y acercándonos cada día mas al Demonio... Comprendo que Jesucristo ha muerto por nosotros y que yo soy una pecadora, que me miento a mí misma, confundiendo continuamente el Bien y el Mal. Dios me odia, porque soy del Demonio. El Demonio está en mi, es parte de mi e iré al Infierno. Me siento miserable. Una señora me nota nerviosa y me ofrece una botella de agua y lo entiendo todo: Dios es piadoso y no me abandona, aunque yo haya pecado. Juro una vida de abnegación para ayudar a los demás. Con mi arrepentimiento, ganaré mi redención. Diós me asegura que todavía una parte de mi alma no está corrompida: regaño al niño que le ha pegado a su hermano y comienzo mi labor de evangelizar.

Los niños se aburren pronto de mi, dejan de escucharme. Se burlan y me planteo si mi estadía en la Tierra tiene algún significado, si ni siquiera puedo comunicar a unos niños mi amor por Dios... ¿qué estoy haciendo? ¿por qué permite Dios tanto sufrimiento? ¿por qué no encuentro mi lugar en el Mundo? He mordido la manzana, soy débil y como cada día del Árbol de la Ciencia ¿y si escondo tras mis alabanzas un sentimiento ególatra? Soy enemiga de Dios ¿por qué hago páginas web si soy anticapitalista? ¿Qué oculta el sentido contradictorio de mis acciones?

Estoy enferma, esta clarísimo que estoy enferma. Tengo un problema y por eso miento constantemente, a mi y a los demás, aferrándome a credos que pasan por mi vida una noche, para no afrontar que el problema está en el centro de mi mente. Me engaño para sentirme parte de un colectivo que me aprueba y no toparme con mis frustraciones de frente, que se traducen habitualmente por un cúmulo de manías, animosidad vulnerable e inseguridad. A veces me creo el ser mas afortunado y otras veces el mas desafortunado de todos los del planeta. Mi mente es un laberinto desordenado con cámaras estancas, como esa parte del tren a la que no puedes entrar, pero oyes claramente su traqueteo, su mal funcionamiento, ahí, detrás de tu propio vagón.
En un ejercicio de auto-análisis busco las motivaciones profundas de mis actos, las mas secretas y oscuras, que organizan toda la arquitectura de los deseos, el sustrado que mueve mi vida diaria y veo que mi conducta no es mas que el resultado de una suma mal resuelta de los traumas de mi infancia. Recuerdo que de niña quería ser entrenadora de perros.

Buda, Dios, el Ello, El Tren... que son la misma cosa han puesto la semilla de la duda en mi corazón, para convertir el antes firme prado de mi personalidad en un campo minado, lleno de agujeros, todavía humeantes. Entro en crisis y lloro, lloro porque ya no se quién soy. Y me duermo.

No sé que hora es, pero tengo de nuevo mucha sed y he olvidado traer dinero suelto para comprarme una botella de agua. El agua del grifo no debe beberse. Hace tiempo que no como ni bebo nada, me siento débil y sola. Me entretengo jugando a 95. Cuento los postes eléctricos que van junto a la vía del tren hasta 95. Es un juego entre El Tren y yo, lo hacemos siempre, contar los postes hasta 95. Me divierto, pero no es una broma, si me salto un número, el tren descarrilará.

No se ve nada por la ventanilla ¿dónde estamos? ¿a dónde me llevan? Tengo miedo. Solo quedamos cinco personas en el vagón y creo que los otros tienen pinta de chungos. Muerdo las mangas de mi chaqueta para sentirme mejor.

¿Se habrán comido ellos a los demás? No quiero preguntarles qué hora es.

Sigo jugando a 95 y el revisor se acerca, pregunta algo. No entiendo. Tengo miedo. Ladro, ladro y gruño, todo lo alto que puedo, espumeo por la boca y saco los dientes. Se aleja, el revisor se aleja. Ya estoy mas tranquila.

Tengo mucha sed. Voy a beber. Me levanto y camino hasta el baño, el suelo se mueve mucho, no me gusta. Bebo del váter. ¡Cuánto necesitaba agua! Vuelvo a mi asiento, me enrosco, haciéndome una bola y me duermo.


Me despiertan. Quiero seguir durmiendo. Varias manos intentan agarrarme,  levantarme, me empujan. Tengo mucho, mucho miedo y ladro, ladro fuerte y me resisto, les muerdo las manos y me resisto, pero pueden conmigo y me arrastran fuera ¿A dónde voy a ir?

viernes, 18 de abril de 2014