lunes, 5 de enero de 2015

Yo quería ser como Britney

YO QUERÍA SER COMO BRITNEY

Ayer por la noche, aunque podría ser cualquier otra, salí de casa, era sábado, temprano, las siete u ocho de la tarde, un par de cañas y un porro, unas risas con los amigos, ese es el plan. Ya no quiero ser una pop star, me digo, ni parecerme a Britney Spears en sus mejores años. La cocaína ha pasado de moda, y yo he madurado.

Pero no contaba con esa tendencia tan natural en las cañas a sumarse, multiplicarse y exponenciarse de forma autónoma, la cerveza controla de mates y yo no. Ellas te conducen a un chupito, pero uno solo, lo que naturalmente solo desemboca en beber vino, que adquiere automáticamente la cualidad mágica de la cerveza de autorreplicarse, que te lleva de nuevo a fumar marihuana como si no hubiese un mañana, porque los anuncios antidrogas tienen razón y una cosa lleva a la otra y tu solo bebías cerveza y de repente te encantan los psicodélicos.

Las normas están para romperlas, pero sólo una vez. Así que a la mañana siguiente, o dos después, recuperas la autoconcienia en una calle desconocida junto a un tío cuya cara no te resulta nada familiar, has perdido los zapatos y la mitad de la ropa, tienes la cabeza rapada y un tatuaje borroso en el brazo izquierdo que reza, "amor de madre" o "amor de sangre", o algo parecido y cuando eres capaz de interpretar el cuadro abstracto que se refleja en el espejo, te dices ¡no volveré a beber nunca mas! Aunque, visto de otro modo, realmente te pareces a Britney Spears...








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